CRISIS DE PATERNIDAD – El Padre Ausente
El desequilibrio que azota nuestra sociedad es, en gran medida, una crisis de paternidad. Hablo principalmente de la función del progenitor varón, pero, mutatis mutandis, mucho de lo que diré a continuación podría aplicarse a la maternidad y a la crisis de paternidad espiritual como la que ejercen los educadores, toda persona revestida de autoridad, los sacerdotes, religiosos y religiosas, etc.
La disolución de la familia es una de las heridas más dramáticas de la humanidad y probablemente, por sus consecuencias, la que mejor explica la crisis contemporánea. Uno de los resultados de esta disolución familiar es la descomposición de la figura paterna. Cuando me refiero a la ausencia del padre en la familia, debe tenerse en cuenta que se trata de una realidad muy compleja. Esta ausencia puede tener causas muy variadas, algunas de las cuales tal vez no impliquen culpa moral y otras, en cambio, mucha responsabilidad (sea del padre o de la madre, o de los dos).
De todos modos, sea cual sea la causa, y sin juzgar de la responsabilidad que pesa sobre cada padre o madre que deja de cumplir su indispensable deber de estar cerca de los hijos que ha traído al mundo, las consecuencias (o, al menos los riesgos de generar consecuencias) para los hijos privados de esta presencia, son realísimas y graves. Las analizamos para tocar la conciencia de los llamados al don de la paternidad/maternidad y para invitarlos a prevenir este drama o a buscar soluciones, en la medida en que sea posible.
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