Este libro trata en primer término de la vida de Ernesto Guevara de la Serna desde su niñez hasta 1956. Asimismo, y concediéndole más importancia que a lo puramente biográfico, bastante conocido por lo demás, se examinan sus posiciones políticas y sus pensamientos, estos últimos sin una delimitación temporal precisa o infranqueable.
Se podría decir que es un estudio crítico o contra-mitología guevariana. Evidentemente, pues, no será éste un libro más sobre “el Guerrillero Heroico” (denominación acordada por la hagiografía cubana). Ni -y esto por simples razones temporales- un relato sobre la muy respetable gestión militar del “Che Comandante”, toda vez que acá nos despedimos de él en el puerto de Tuxpan, México, cuando se embarcaba en el “Granma” hacia Cuba.
Contrariando sus ideas igualitaristas, Ernesto Guevara de la Serna fue un hombre entre mil, fuera de serie, un sujeto excepcional, digno del mejor de los estudios que se pueda brindar a una figura humana peraltada. Su coraje intachable y su voluntad acendrada, solos, merecen el más considerado examen.
Una segunda consideración surge de la eventualidad de haber dado con la que entendemos que es una clave en la vida del personaje. Aristócrata, aventurero y comunista. Los tres datos, en diversa proporción, han sido reconocidos por la ingente bibliografía relacionada con el caso. ¿Entonces: qué? ¿Dónde está la originalidad? En lo siguiente. En primer término, sostenemos que los dos primeros factores son hereditarios (la aristocracia, socialmente, desde ambos padres; el aventurerismo, genéticamente, de sus abuelos paternos). En tanto que el tercero, el ideológico, también fue recibido en el interior de la familia materna. Empero, lo más peculiar viene después. El factor aristocrático incide sobre el ideológico para configurar el “hombre nuevo” (“Haremos el hombre del siglo XXI: nosotros mismos”). El aventurerismo, por extensión geográfica y conexión ideológica, deviene en “internacionalismo”. Luego, el marxismo originario, amalgamado con los otros dos elementos, genera el “guevarismo”, tan peculiar, que no ha podido ser imitado por ningún émulo. Lo más interesante: que tal fusión no adviene por mezcla sino por combinación. Y, por fin, que dicho combinado es dinámico y se fragua durante el acontecer juvenil del personaje. Motivo suficiente para fijar los límites temporales de nuestra obra (1928-1956). He ahí nuestra tesis.
Tal el análisis que intentaremos.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.