El P. Hurtado reunió “bajo la mirada del Padre Dios y protegidos por el manto maternal de María, una juventud ardiente, caldeada de entusiasmo, portadora de antorchas brillantes, y con el alma llena de fuego y de amor”, y fue capaz de esto, precisamente por que en él ardía el fuego del amor a Cristo, y ese fuego, por ser un fuego devorador, tiende a propagarse. Su invitación no era a reservarse y a protegerse, sino a darse y a consumirse: “Dios nos ha dado la gracia para que seamos santos, y el ideal cristiano es consumirse en llama, fuego y acción”, y por eso exhortaba a los jóvenes a “consumirse por Cristo, como esas antorchas que se consumen en vuestras manos”.
La gran fecundidad apostólica del Padre Hurtado no es sólo fruto de sus notables cualidades humanas; ella es fruto de su unión con Cristo que, como el fuego, se apoderó de su vida hasta tender a decir con San Pablo: “No vivo yo, es Cristo que vive en mí” (Gál 2,20).
El presente libro en su vigésimo segunda edición, no pretende describir la obra y las acciones del Padre Hurtado, sino adentrarse en su corazón. Por eso se ofrecen textos escritos por él mismo, que permiten conocer “desde dentro” el corazón de este apóstol.
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